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19 marzo 2023

DESCRIPCIONES DE S. ROMÁN DE MOROSO I

         Las descripciones de la iglesia de S. Román de Moroso, a pesar del abandono, cuando no expolio que sufrió durante años, han sido relativamente numerosas; a pesar de lo cual, y por desgracia, el interés de ilustres viajeros y eruditos no logró evitar el deterioro que sufrió hasta su restauración y tampoco nos permite vislumbrar su origen y la evolución del entorno que rodeó a la actual iglesia. 
Uno de los restos hallados en Moroso

El documento de donación de doña Urraca a Silos, 26 de marzo de 1119, refiere la donación de un monasterio, lo que quiere decir que para entonces ya existía la iglesia actual, pero además el término monasterio remite de por sí a otras dependencias que generalmente se consideran propias de ellos, tales como las celdas de los monjes, un refectorio, una sala capitular, un claustro…, de nada de ello tenemos constancia, pero las dimensiones y las formas de los restos que aún perduran en las inmediaciones de la iglesia aseguran que, además de la propia iglesia, hubo en la zona otras construcciones.

En su escueta “Historia del priorato de San Román de Moroso”, dice  el padre Férotin: 

a finales del siglo XVI, según un informe de la época. 1º San Román de Moroso, cabeza del priorato, no era entonces más que una simple aldehuela, con una iglesia parroquial, y situada bastante cerca del pueblo más importante, de Bostranizo.

Quiere esto decir que, en tales fechas, Moroso había dejado de funcionar como monasterio, pero era pueblo o aldea con iglesia parroquial, cuando en Bostronizo siempre se supo que había habido viviendas en Rocao y Noval, dos sitios próximos, pero nunca se mencionó a Moroso como población, ni grande ni pequeña.

            En el artículo 3 de las Ordenanzas de Bostronizo (1730) se establece:

Otrosí, ordenamos que, por tanto este dicho Lugar tiene de costumbre que todos los años se vaya en promesa, un día en cada un año, a Señora Santa Águeda, a Nuestra Señora de Alceda, ermita del Valle de Cieza, Nuestra Señora de San Juan de Raizedo, San Román de Moroso, y en cada uno de dichos Santuarios se ha de decir una Misa por el cura o párroco, que es o fuere, de dicho Lugar, y se le ha de pagar la limosna acostumbrada; y que a dichas promesas vaya de cada casa una persona mayor; y el que faltare a dichas promesas ha de pagar medio real, el cual se aplica para la luminaria de la parroquia de este dicho Lugar, que dichos Regidores entregarán al Mayordomo de fábrica, quien dará cuenta de ella cuando se la pidan o tomen.

      Todavía en una hoja suelta, de difícil lectura, del Catastro del Marqués de la Ensenada de Bostronizo (1753), hablando de los bienes del Monasterio de Silos, se lee:  

Asimismo tiene dho. monasterio dentro del dentro del [sic] Ca¿? abndo que tienen en este lugar Una Casería que se llama de S, Román de Moroso Que habitan tres caseros las que de su venta de cada una se reputa por nueve rrs? Y bajada la terzera pte. para sus reparos produta cada una seis rs que juntas hazen diez y ocho rs vn [vellón]­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­

     La citada casería debía estar, la orografía no da pie para otra ubicación, frente al ábside de la iglesia, hoy finca particular, donde dicen los de Bostronizo que trabajaron en la restauración de 1978 que aparecieron restos de cimentaciones, tumbas y estelas funerarias. La iglesia para entonces hacía siglos que ejercía solamente como iglesia parroquial, seguramente sin cura estable, pero sin duda se mantenía en su integridad. En 1835 solo quedaban tres benedictinos como párrocos de Arenas, Bostronizo y Villasuso y en 1854 falleció el P. José Orcos, el último cura monje de Silos del Priorato de la Montaña.


ÁNGEL DE LOS RÍOS Y RIOS. 1858



Vista al N. de San Román de Moroso, 1888. Archivador IV-M, Copia Instituto Sautuola, Archivo de A. de los Ríos, Torre de Proaño. El documento original se acompaña de otro pliego con un apunte a lápiz del interior y de un dibujo atribuido al conde de Moriana.


Visto el progresivo abandono de los monjes, no es de extrañar que cuando nos encontramos la primera descripción de la iglesia que hoy conocemos, el dibujo de Ángel de los Ríos y Ríos, 1858, nos la presente en sus primeras fases de ruina. El dibujo (que recogemos de Enrique Gutiérrez Cuenca en el blog http://mauranus.blogspot.com/2012/07/un-jarrito-liturgico-en-san-roman-de.html y su artículo “Ángel de los Ríos y los inicios de la arqueología medieval en el norte de la Península Ibérica”) tiene escrito:

ARRIBA: no hay techo, que pudo ser de bobeda [sic] como el ábside

DEBAJO DEL DIBUJO:                                                                  sepulcro

        Vista exterior al N.[Norte] de Sn Román de Moroso            A. de los Rios

                          Faltan las columnas y sus capiteles en el arco de ingreso 1858

Columna en el interior de la iglesia durante
la restauración (1978)

Ángel de los Ríos nos presenta la iglesia ya sin el tejado de la nave; la espadaña permanece íntegramente en pie, incluida la cruz patada que la coronaba, aunque de los Ríos recoge ya la grieta que va a provocar la caída de su arco izquierdo y una parte del muro del ábside; también está en pie el arco de la entrada pero curiosamente le faltan sus columnas y capiteles; nos extraña porque algunas de las columnas nunca se movieron de las proximidades y hoy dos de ellas se hallan tiradas en la campa de la iglesia y uno de los capiteles estaba incorporado, pero ya en los años cincuenta del siglo XX, en la pared de uno de los caseríos próximos; Los modillones del muro norte se conservan en su totalidad. 

Capitel de la iglesia en la pared del caserío

    









No hemos podido ver los dibujos del interior que cita E. Gutiérrez Cuenca ni el del conde de Moriana que tenía casa en la zona y podría aportar más detalles, pero pocos cambios debía haber.


AMÓS DE ESCALANTE. Costas y montañas, 1871



[...]  En la margen derecha de la arroyada, sobre un terreno descuajado y cubierto de heno tupido, está lo que fue iglesia del priorato de Moroso. Fábrica de área breve, de planta rectangular partida en dos: a levante la menos espaciosa, la que en términos de arte se llamaba pronaos o galilea; a poniente la más ancha y larga, la nave propiamente dicha. Una entrada por el norte, gallardo arco de herradura puesto sobre dos columnas de fustes cortos y capiteles de labor estalactita o de bovedillas, con imposta de losetas en resalto del capitel al arco; canecillos volados, cuyo perfil lateral dibujan tres círculos de diámetro sucesivamente menor, y un bocel que los termina, son su ornamentación y rasgos fisonómicos. Otro arco idéntico al de la puerta, comunica ambas estancias, y en su intradós aparecen huellas de pintura: la techumbre hundióse, y en las paredes quedan los arranques de la bóveda de cañón.

¿Quién erigió el edificio? Un angostísimo lucero o aspillera abierto en su cabecera oriental, es diámetro de una estrella cuyas ocho puntas abren en chaflán el macizo del muro desde el lucero a la superficie externa; otra cruz semejante corona la espadaña. Este símbolo de la orden hospitalaria blasona aún solares de las cercanías donde la orden tuvo dominio209. 

[ 209 En la aldea o barrio de la Serna, entre Santa Cruz y Arenas en Valdeiguña, donde se ve también el palomar aislado, símbolo de señorío, harto raro en estas solariegas montañas. De ellos era la iglesia de San Juan de Raicedo, inmediata a Arenas. Iglesias de San Juan de Raicedo y de la Serna, de la Orden de Malta, pone allí cura el baylío y prior de Camesa, en Campóo (Martínez Mazas).]   

¿Serían los caballeros de San Juan los fundadores de Moroso? Ellos tenían en Oriente glorioso predominio: allí guerreaban contra infieles, y de sus despojos erigían templos y hospederías; el arquitecto de Moroso, venido de Palestina, traía en su mente la imagen o el recuerdo tenaz de las construcciones siríacas, y diputado por la religión poderosa en cuyo servicio trabajaba para alzar un santuario, lo trazó conforme con los principios hondamente encarnados en su memoria.

Cruz patada en el muro del ábside

Así se explicaría la existencia en nuestras breñas, vírgenes de dominación o influencia sarracena, de ese gallardo tipo arquitectónico, venerable reliquia que parece arrancada del morisco suelo de Córdoba o Granada, del cual son orgullo y encanto sus análogos y semejantes. Sólo que al labrar las mezquitas andaluzas, sus autores no preveían ni en sueños la cruz plantada luego por la conquista sobre sus almenadas azoteas, y el arquitecto de la mezquita cántabra la pintaba en sus planos por remate de su obra, la abría en el muro principal y acaso la llevaba sobre su pecho.

Sin embargo, en aquéllas suena todavía la oración cristiana, fervorosa y tierna; de ésta, sólo sube a Dios el himno de la naturaleza, la voz del pájaro que anida en las piedras, el suspiro del viento en las yedras que las desencajan y envuelven, el zumbar del insecto despertado por el rayo del sol que calienta su albergue; suavísima armonía, pero falta del hondo acento agradecido o penitente, alma y vida de la oración humana.

Hasta sus arcas de piedra que fueron ataúdes y hoy recogen las aguas del cielo y las conservan para los pájaros, parecen piscinas puestas a ambos lados de la puerta para las abluciones mahometanas.

      Lo cierto acerca de Moroso, ya monasterio, es que en los años de 1119 pertenecía a la reina Doña Urraca, aquella célebre mujer a quien el docto Mariana llamó en sus historias «recia de condición y brava», y de la cual ya queda hecha mención ligera en este libro.


No sabemos cuando se produjo la visita de Amós de Escalante a Moroso, pero si visita y descripción se producen próximas a la publicación, la descripción de Amós de Escalante debiera considerarse diez o doce años posterior a la de Ángel de los Ríos y, si fuera así, sería sorprendente en algunos datos. Parece que Amós de Escalante también vio caída la techumbre de la nave; vio los arranques de la bóveda de cañón en la nave; el arco de la entrada contaba con sus columnas y “capiteles de labor estalactita o de bovedilla”, desconocemos a qué se refiere con estos calificativos; también resulta curiosa la descripción de las impostas escalonadas; la descripción de los modillones es aún más sorprendente porque no tienen tres rollos, sino cuatro y los roleos no son de distinto tamaño, aunque los rollos están escalonados; Amós de Escalante se refiere a la existencia de pintura en la iglesia; pero lo más extraño, si no se considera una licencia

Capitel de Moroso

literaria, para un académico de la Real Academia de la Historia es la disquisición final a propósito de la cruz patada que circunda la aspillera del testero, que coronaba la espadaña y cuyas consideraciones han adoptado otros muchos.
    Se considera esta la cruz de los Caballeros Hospitalarios de san Juan de Jerusalén. Esta orden militar comenzó a constituirse en Jerusalén en 1084 con la fundación del hospital que les da nombre; no se reconocen sus estatutos por el Papa Pascual II y el Rey Balduino de Jerusalén hasta 1113, y es el papa Anastasio IV, por Bula de 1154, quien los reconoció como una Orden de Caballería. Sin embargo, los hospitalarios obtuvieron muy pronto grandes bienes en la península, bienes que llegaron al máximo cuando a principios del siglo XIV se le atribuyeron gran parte de los bienes del suprimido Temple. Por lo que a Moroso pudiera afectar, los bienhechores más destacados de la orden en sus inicios fueron precisamente doña Urraca y su esposo y enemigo Alfonso I de Aragón el Batallador; la primera, que según Prudencio Sandoval fue muy devota de la orden, legó a la misma, ya en 1113, una aldea cerca de Salamanca; el segundo legó en su testamento, que nunca se llegó a ejecutar, un tercio de su reino; y en 1156, doña Sancha, hija de doña Urraca y hermana de Alfonso VII, donó a los hospitalarios su heredad de Arenas que incluía lo que sería la base del priorato de la orden en el Valle: S. Juan de Raicedo, La Serna y Santa Águeda. Así pues, sin duda existió relación entre la orden militar y Moroso, pero desde luego ninguna que se relacionara con su construcción. También resulta llamativo que durante la reconstrucción no se repusiera la cruz sobre la espadaña.


GÓMEZ-MORENO, Iglesias mozárabes. arte español de los siglos IX a XI, 1919, pp. 282-287

SAN ROMÁN DE MOROSO

Un poco más hacia oriente, lejos ya del nudo montañoso de los Picos de Europa, en el apacible valle de Iguña, consérvase otro testimonio del influjo mozárabe leonés en Cantabria, mucho menos significativo y valioso que Lebeña, pero congénere, si bien no aparece clara una derivación presumible del mismo. Existe sobre la margen derecha del río Besaya, hacia lo alto de un valle cubierto de robles, y próximamente lo mismo de encumbrado que Bostronizo, lugarejo del que dista pocos centenares de metros hacia norte la iglesia en cuestión, y unos 18 kilómetros de Torrelavega en sentido contrario(1).


Sólo documentación tardía conocemos de este monasterio de San Román de Moroso, dado al de

Fig.155. S. Román de Moroso: planta

Fig. 156. Moroso: sección longitudinal



Silos por la reina Urraca, en 1119, juntamente con sus anejos, entre los que figuran la iglesia de Santa Leocadia de Bostraniço, campos y dehesas (2), permaneciendo, hasta el siglo XIV a lo menos, como priorato de Silos (3). Debió quedar abandonado el edificio cuando la exclaustración; desapareció su tejado y armadura, cayéronse a pedazos varios miembros, y así está, perdida en medio del monte y con amenaza de seguir arruinándose: su propiedad parece que corresponde a la parroquia de Bostronizo en calidad de ermita.

S. Román de Moroso, fachada norte (Gómez Moreno)

           Por tamaño y disposición este monasterio es de los más humildes (Láms. CVIII a CX; figs. 155 y 156): nave, con una sola puerta hacia norte, y capilla casi cuadrada, en el testero, le constituyen; aquélla mide 6.30 por 4.50 metros y tuvo armadura de madera a dos aguas, y con hastiales, por consiguiente; la capilla no pasa de 3.36 por 3.20 metros, conservando arranques de una bóveda de cañón semicilíndrico, hundida, con todo el ángulo de SE., quizá por culpa de la espadaña, erigida sobre su testero durante el período románico, al parecer, con dos arcos a medio punto y moldurajes en chaflán (Lámina CIX).

S. Román de Moroso, ábside y nave norte (G. Moreno)





(1) . Desde la estación de las Fraguas, en la línea de Palencia a Santander, puede irse a Bostronizo fácilmente, pues sólo dista una media legua hacia NE., cuesta arriba. En derecho, la ruina de Moroso queda muy cerca de la vía férrea, a norte de las Fraguas; pero las pendientes allí son enormes, y los senderos, difíciles de reconocer.

(2) . «Ego Urracha... Ispanie regina regis Aldefonsi regineque Constantie filia... facio cartam... testamenti... ecclesie sancti Dominici... monasterii videlicet sancti Romani de Moroso quod est in Asturiensi patria et cum suis ecclesiis... cum suo rure nomine prenominatum Bostraniço et cum sua defesa... Facta carta séptimo calendas aprilis era 1157.»

(3)D. M. Ferotin: Chartes de Silos, p. 43 y otras.

Si se exceptúan algunas grandes piedras en la base del edificio, su aparejo es todo menudo, con sillares cuyo grueso no excede de 30 centímetros, y desciende hasta casi una mitad en ciertas hiladas. Sin embargo, las esquinas ofrecen apariencia de sillería grande, por llevar sus piedras asentadas sobre uno de los cantos largos, como en Celanova, por ejemplo, y así ofrecen superficies de hasta 107 por 63 centímetros, alternando con hiladas de otros sillarejos tendidos,

                        Fig. 157. Moroso: aparejo de su capilla en el ángulo de NE.

Fig. 158 Moroso: ventana del testero

para encadenamiento de la obra, con bastante buen orden (Fig. 157). Puede observarse que ello fue asentado a hueso, es decir, sin mortero, mientras los paramentos de hiladas estrechas solas llevan tendeles de barro y núcleo interior de pedruscos, sistema difícil de explicar racionalmente y cuyo mal resultado se denuncia con la ruina de la capilla. El material es piedra arenisca, semejante a la de Lebeña, y su labra se hizo a punta de cincel, difiriendo sensiblemente de la espadaña, cuya sillería, más lisa, denota que se labró a boca de escoda. Quedan vestigios de revestimiento por dentro, de color rojizo.

El cañón de bóveda susodicho era de sillarejos también, arrancando, pero sólo en su costado derecho, sobre imposta de bisel. Al mismo lado hay una credencia, en forma de nichito; más arriba, una ventana, y otra igual en el testero, ambas derramadas hacia adentro y provistas de su losa correspondiente, calada en forma de arquillo de herradura, que angosta por abajo y al exterior diseña una especie de cruz (Fig. 158). Otras dos ventanillas, como saeteras, ábrense hacia sur en la nave, y una más sobre el arco  toral, bien alta, rebasando con exceso el trasdós de la colindante bóveda. Este dicho arco toral es

Fig. 159 Moroso: arco toral

de herradura, con la proporción máxima observada en Mazote, Peñalba, etc., es decir, excediendo en tres quintos del radio su flecha al semicírculo; apenas puede considerarse trasdosado, por la desigualdad que con a tramos se recorta su dovelaje hacia lo alto, y el despiezo aseméjase al de ciertas obras bárbaras, especialmente de Cataluña y puerta de Escalada, pero

llevando las divergencias hasta hacer creíble que se procedió sin regla alguna, y cerrado sin clave, mediante una pieza que ni siquiera guarda simetría; desde luego, no hay junta alguna en dirección radial, yendo todas a puntos más altos, excepto las dos primeras que son horizontales (Fig. 159). Otro indicio de barbarismo              

Fig. 160. Moroso: imposta del arco toral

arrojan las impostas o cimacio del arco mismo, que, remedando las usuales nacelas escalonadas, no desarrollan sino chaflanes oblicuos en número de siete (Fig. 160). Ahora vuela completamente al aire su molduraje, y aun al lado izquierdo falta la jamba monolítica; pero la conservada mantiene rastros de columna que se la adhería tangencialmente, según costumbre. La puerta de entrada fue otro arco igual, con impostas idénticas y falto de columnas también; pero se le desmontó con intención de llevarlo a una finca próxima, y yacen allí al lado en montón sus piedras: bien hubiera hecho el culpable en reparar el daño, asentándolas de nuevo. Respecto de las columnas, quizá sea fácil hallarlas en algún edíficio de las cercanías.                                                  


Fig. 161 Moroso: modillón cabero

    Un último orden de miembros importante son los modillones que formaron las alas de su tejado, en ambas vertientes de norte y sur, puesto que los hastiales, rematando en frontispicios, carecían de ellos, como va dicho. Son del tipo leonés usual, con cinco o cuatro baquetones, casi iguales entre sí, lo que será indicio de cierta posterioridad, según las enseñanzas obtenidas en León, y a sus costados llevan las ruedas y flores de costumbre, pero desgarbadas y sin primor alguno (Figs. 161 y 162).

Fig. 162. Moroso: modillón de la nave

La descripción de Leopoldo Torres Campos y Balbás, que es a quien le atribuye M. Gómez Moreno la descripción de la iglesia de Moroso que recoge en su obra, como perteneciente a un especialista, es muy completa. El soporte gráfico  nos ofrece, además de su vista interior, una completa visión de conjunto y detallada del monumento en el estado en que entonces se encontraba. 

Se da por hecho el abandono de la iglesia, -de la que no se ofrece más datación que la general que figura en el título de la obra y que se desvincula de la de Santa María de Lebeña-, a partir de la exclaustración y desamortización (1835). Puede que esta última contribuyera a un mayor abandono, pero Moroso había sufrido la exclaustración propiamente dicha mucho antes y había quedado reducida a una ermita a la que se asistía una vez al año como marcaban las ordenanzas y señalábamos al comienzo. 

Gómez Moreno data la espadaña en época románica lo que quizá pueda explicar la presencia en la iglesia de las dos cruces de los caballeros hospitalarios; la llegada de estos a España es muy poco posterior a la llegada de los cluniacenses que traen con ellos el románico; Constanza de Borgoña, segunda esposa de Alfonso VI y madre de doña Urraca, tuvo una estrecha relación familiar con Cluny y del monasterio francés procedía Bernardo de Sédirac, primer obispo de la recién conquistada Toledo, por citar solo dos ejemplos. A la espadaña se atribuye el derrumbe de la esquina SE que entonces presentaba la iglesia; puede ser en parte, pero a ese derrumbe contribuyó, probablemente en mayor grado, la mala cimentación de esa esquina, según se aprecia en alguna fotografía de la época de la restauración.


Esquina sureste en 1978

Nada se concreta sobre los restos de color rojizo en el revestimiento, que Amós de Escalante centraba en el intradós del arco toral y nada queda de la imposta de bisel de la que arrancaría la bóveda de cañón que cubría lo que llaman capilla.


S. Román de Moroso: interior (G. Moreno)

    Recoge Leopoldo Torres con indignación el desmontaje del arco de la puerta de entrada y la acumulación de sus piedras en una finca vecina, pero no atina con la interpretación del hecho; no es nadie de la finca vecina quien ha desmontado el arco ni quien pretende utilizar las columnas de los arcos y las piedras del propio arco; por esas fechas el deterioro del edificio debía ofrecer tal aspecto que, como dirá García-Lomas, lo hacía "parecer una escombrera que ni siquiera requiere un epitafio de algo que murió para siempre y donde la Naturaleza entre las selvas y campizos de la cordillera bravía, ganó al hombre por la mano demoliendo su obra", y así fueron considerados, de modo que los habitantes de Bostronizo y los del valle (porque en la casa y jardín del conocido como Chalet de la Molina,  de Arenas de Iguña, de principios del siglo XX, también se emplearon materiales tomados de Moroso -no fue Moroso el que recibió materiales de una ermita o asubiadero de Raicedo como insinúa alguno de los comentaristas de los blog- y hasta pudiera ser que algún fragmento de los modillones pudieran haber emigrado a Santa Eufemia de Cozollos, como emigraron, no se sabe donde, las estelas funerarias que aparecieron) tomaron aquello como una cantera con la piedra ya labrada y los restos del edificio fueron presa de numerosos saqueos, de modo que cuando el cura de Bostronizo quiere poner un arco en el cementerio, se lo encuentran hecho en Moroso, se desmonta el arco de la entrada a la iglesia y se instala en el cementerio de Bostronizo y allí está con muy ligeras modificaciones. 

Arco de entrada a S. Román de Moroso en el cementerio de Bostronizo

           En la p. 256. del  Libro viejo de actas  se lee:    

 «Reunida la junta administrativa y la mayoría de los vecinos en público concejo bajo la presidencia de Dn Elías Fernández Saiz a instancia de D. Bernardino Prieto Sr cura regente de esta parroquia se acordó el hacer un arco de puerta en el cementerio para lo cual los vecinos dimos el material y una peseta por vecino y algunos cincuenta céntimos más y la Sra Va de Joaquín Mantilla mandó hacer la puerta de yerro por su cuenta. Los encargados de hacer la obra Rafael Diaz y Froilán Diaz rebajan de sus trabajos hechos la cantidad de pesetas quince.-

            Y reciben del presidente sesenta.

            Recibí Rafael Díaz

                                    Bostronizo 30 de marzo de 1919

    Pero no solo fue el arco de entrada; es muy probable que por estas fechas se trasladaran también a Bostronizo el sarcófago de La Calleja y la pila bautismal de la iglesia de Moroso.
    Al modillón de la figura 161 el cabero de la pared norte le falta un circulo con flor hexapétala, aunque ahora solo se aprecian cinco pétalos en el interior. El modillón de la figura 162 puede corresponder con los: N.2.E; N.2.O; S.12.E 




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