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25 marzo 2023

DESCRIPCIONES DE S. ROMÁN DE MOROSO II

 

DANIEL LUIS ORTIZ DÍAZ, El Valle de Iguña, Cantabria Tradicional, 2004 (original 1920)

         

     La mención de Daniel Luis Ortiz Díaz a Moroso se inicia con una larga cita de Amós de Escalante que reproduce la práctica totalidad del texto recogido en el apartado a él dedicado, nada raro tratándose de una monografía de fin de carrera de magisterio, y continúa, antes de ocuparse de la leyenda de doña Urraca, del siguiente modo:

     Las ruinas de San Román de Moroso parecen pertenecer a una iglesia mozárabe del siglo X.

       Esta fábrica artística, toda de sillería, que así describe el ilustre escritor de "Costas y Montañas", se ve maltratada por quienes debieran cuidarla.  

    Causa pena ver en la actualidad que han desaparecido los arcos y las columnas, la cruz y una tronera de la espadaña, la esquina sur del ábside cuadrangular y varios de los cartabones o canecillos volados que sostenían el alero.

     Alrededor de la iglesia se ven algunas tumbas de piedras ataúdes o sepulcros aparentes medio destruidos, semejantes a los que sirven de abrevadero a los ganados; las cubiertas de algunos de ellos, según testimonios fidedignos ostentaban armas reales. Algunas imágenes y la pila bautismal, que hubo en esta iglesia, están ahora en la parroquia de Bostronizo: una de hermosa talla parece de San Agustín; la otra representa a Santo Domingo de Silos. La fiesta de San Román, el 9 de agosto, que antiguamente celebraban en Moroso, se celebra ahora en Bostronizo, con gran romería y con mayor solemnidad que la de Santa Eulalia, que es patrona del pueblo.

    En las cercanías de estas ruinas, se ven entre zarzales los cimientos del antiguo monasterio de monjes benedictinos y la pequeña mies, que ellos cultivaron, allá en la edad media, cuyo usufructo subasta periódicamente en Concejo la Junta Administrativa de Bostronizo.

     De estas posesiones, con todos sus anejos en el valle de Iguña, hizo donación, el día 16 de marzo de 1119, la reina doña Urraca al monasterio de Silos. Este monasterio es probablemente anterior al siglo X, y fue obra de la gloriosa Orden de San Benito, fundadora de pueblos y de ciudades.

     En el año 537 vinieron a España los benedictinos, mandados por el santo fundador, y en la época de la invasión árabe se refugiaron en las fragosas montañas de Asturias y Cantabria, "donde los moros no penetraron la tierra adentro, y si entraron no permanecieron". 

    La datación del edificio, primero en el siglo X y posteriormente en la época de la invasión musulmana y su atribución a la orden benedictina, no deja de ser, como todas las dataciones realizadas, una hipótesis. 

    La mención a la desaparición de los arcos y columnas en plural, si no se trata de una licencia literaria, indica que entre la visita de  Leopoldo Torres Campos y Balbás (Gómez Moreno), y la de Ortiz Díaz, es decir, en torno a 1918/1919, se desmontaron los dos arcos de la iglesia; las columnas y capiteles, al menos los del arco de entrada, ya habían desaparecido en 1858. 

    Curiosa la mención a la desaparición de la cruz patada de la espadaña que Gómez Moreno no constata. 

Fragmentos de modillones durante la restauración

    La rotura y desaparición de algunos modillones y fragmentos de modillones del lado sur, como consecuencia del desplome de la esquina sureste del ábside es fácilmente explicable, todavía en 2009, tras la romería en Moroso de ese año. recogimos un fragmento de modillón con tres roleos de la tapia con la finca contigua, se depositó en la iglesia y desconocemos qué ha sido de él.

    No sabemos qué testimonios fidedignos apoyan la afirmación de que algunas tapas de sarcófagos ostentaban armas reales; que sepamos, solamente se conservan cuatro sarcófagos; el que se halla junto a la iglesia en su parte norte hacia el oeste, dos que se hallan enterrados en la necrópolis al norte de la iglesia y el del bebedero de La Calleja; pero tapas, si es que se trata realmente de una tapa, solo conocemos un resto, probablemente de los pies de un sarcófago, ahora tirado en la campa de la iglesia, recogida por la Asociación San Román de Moroso en una de las limpiezas que se hace anualmente de la campa, junto al regato que la bordea. 

Restos de un sarcófago, probablemente los pies
de una tapa en la campa de S. Román de Moroso

    La pila bautismal de Moroso, efectivamente, está en Bostronizo, según Ortiz Díaz en 1918/20 estaba en la parroquia de Bostronizo, no sabemos si en la iglesia de Bostronizo que se quemó durante la guerra civil. Puede que al trasladarla de Moroso, se recogiera en la iglesia e incluso que en la vieja iglesia sirviera como pila bautismal; después debió utilizarse como pilón en la fuente porque al levantarse la nueva iglesia en los años 40 se labró la pila bautismal que aún está en la iglesia actual. Como pilón de la fuente se aprecia en la fotografía de Alerta antes de inaugurarse la escuela que se reproduce en el apartado de "Ríos, abrevaderos, lavaderos y fuentes" y en las cuentas de la Junta formada parte Antonio Marcos, Vicente Mantilla y Francisco Gutiérrez, apartado de ingresos de  1950 (p. 520), se anota su venta por 20 pesetas; se estaban construyendo entonces las escuelas y en el conjunto se integraba una nueva fuente para  la que no servía el pilón.

Pila bautismal de Moroso

Pila bautismal de la iglesia de Bostronizo

    Las imágenes que menciona Ortiz Díaz se hallan actualmente en el museo diocesano Regina Coeli que las data en los siglos XVII y XVIII, lo


 Algunas imágenes dc Bostronizo en el museo Regina Coeli

que no juega muy a favor de que esas imágenes fueran de Moroso. 

El último apunte de Ortiz Díaz es interesante: menciona los cimientos del antiguo monasterio entre los zarzales (¿serían los cimientos del monasterio, de las casas que allí hubo o de ambos?), la pequeña mies que cultivaban los monjes y los sitúa en una finca que subasta periódicamente la Junta Administrativa. Esa mies no es otra que la finca que está delante del ábside de la iglesia, uno de los conocidos como 'prao toro'; porque había dos, como dos eran los sementales que se elegían anualmente para la cabaña a los que les correspondía, respectivamente, el prado de Los Valles y el prado de Moroso. El de Los Valles ha llegado hasta hoy y ha sido presa del abandono y posterior venta por el afán de deshacerse de los benes comunales. El de Moroso se cambió en los años cincuenta del siglo pasado por una de las huertas en  las que se edificaron las escuelas y pasó a manos particulares y, desaparecidos los propietarios iniciales, ha ido pasando de mano en mano. 


ADRIANO GARCÍA-LOMAS Y JESÚS CANCIO, Del solar y de la raza T. I,   1928,   pp. 42-60.

    Adriano García-Lomas y Jesús Cancio también se acercaron al monumento, centrándose en la leyenda de doña Urraca y Moroso. Su descripción del lugar y de la iglesia también se limita a una larga cita de Amós de Escalante, ya reproducida, a algunos datos tomados de la descripción de Gómez Moreno, incluida una de sus fotos y al planto por el deplorable estado en que hallaron la iglesia y que se abre precisamente con dos líneas de Gómez Moreno:

Vista Noroeste de S. Román de Moroso

Debió quedar abandonado aquel edificio, como otros confidentes recónditos de heroísmos y miserias, cuando la exclaustración.
    Actualmente los sarcófagos, alejados de la ermita y con las armas de Castilla en las testera, quedan como vestigios que sirven a veces de abrevadero de los ganados circundantes; desprendido el esquilón del sitio que ocupó sobre el ático, ausentes las columnas que había debajo de las impostas del arco foral [sic] de entrada, sueltos los modillones de la nave, y descabezadas las hiladas de sillarejo, aquellos  ámbitos azotados por los vendavales y borrascas, dan al artista y al viajeros impresión muy desconsoladora; lo demás parece una escombrera que ni siquiera requiere un epitafio de algo que murió para siempre y donde la Naturaleza entre las selvas y campizos de la cordillera bravía, ganó al hombre por la mano demoliendo su obra.

Nunca mejor recordado el símil feliz del poeta montañés:

              «Altar sin santo, campanario mudo
              y el tronco de un ciprés negro y desnudo»

    Yerto en efecto, y encapuchado por la yedra, aparece el cenobio en eterna soñarrera, pues la incuria de todos, acarreó un oprobioso recinto sin tejado y armadura, que incube en derruida y caduca mansión, gérmenes de helechos y musgos en vez de guardar debidamente por estos apartados lugares la prosapia y alcurnia manifiesta de la hija de Alfonso VI.

     Los sarcófagos alejados de la iglesia con las armas de Castilla a los que se refieren García-Lomas y Jesús Cancio se reducen a un sarcófago que, por lo que sabemos, es el que  se trasladó de Moroso a Bostronizo, no sabemos exactamente cuando, pero es probable que hacia 1919; estuvo un tiempo en una lastra del pueblo como  muestra la foto abajo a la izquierda (foto de Carmelo Fernández Ibáñez) y después se colocó como ampliación del bebedero de La Calleja y ahí sigue.  











Sarcófago de La Calleja en La Lastra y en su estado actual
    Lo de las armas, que hemos visto también en Ortiz Díazya lo había mencionado Ángel de los Ríos ("Ángel de los Ríos y los inicios de la arqueología medieval en el norte de la Península Ibérica"según Enrique Gutiérrez Cuenca, en las notas del Sordo de Proaño "hay una mención a un sepulcro con aspas grabadas que identifica con las armas de Villacantid". De estar en algún sarcófago, las armas mencionadas por uno y otro estarían en el sarcófago de La Calleja, pero en su testero no parece que haya signos de armas de ningún tipo, como puede apreciarse en la siguiente foto.


Cabecera del sarcófago de La Calleja


    La campana que echan en falta también desapareció, no se sabe cuando, pero en aquellas fechas, con media espadaña caída, digamos que es lo esperable. También parece seguro que dicha campana o campanas no fueron a Bostronizo, porque en la p. 220. del Libro viejo de actas hay una de la Junta presidida por Ygnacio Lesaola, de 5 de enero de 1908, por la que se conceden cincuenta pesetas al párroco para la fundición de una campana.


MONUMENTO HISTÓRICO-ARTÍSTICO PERTENECIENTE AL TESORO ARTÍSTICO NACIONAL 

    El 4 de junio de 1931, en la Gaceta de Madrid nº 155, pp. 1181-1184, un decreto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes declara Moroso Monumento Nacional.

MINISTERIO DE INSTRUCCIÓN 
PÚBLICA Y BELLAS ARTES

DECRETOS

De conformidad con los informes
emitidos por la Junta Superior de
Excavaciones y el Comité ejecutivo de
la Junta de Patronato para protección,
conservación y acrecentamiento
del Tesoro Artístico Nacional, y en
virtud de lo dispuesto en el Decretoley
de 9 de Agosto de 1926, el Gobierno
provisional de la República, a propuesta
del Ministro de Instrucción
pública y Bellas Artes, decreta lo 
siguiente:
Articulo 1.° Se declaran Monumentos
histórico-artísticos pertenecientes
al Tesoro Artístico Nacional los 
siguientes:

 

[...] 
 
SANTANDER
Catedral de Santander.— Santa María,
de Castro-Urdiales.— Santa María,
de Laredo.— San Martín, de Elines.—
San Román, de Moroso.— Santa María
del Puerto, en Santoña.—-Santa María,
en San Vicente de la Barquera.— Despoblado de Peña Amaya.

 

[...]
 
Dado en Madrid a tres de Junio de
mil novecientos treinta y uno.
El Presidente del Gobierno provisional 
de la República.
NICETO ALCALÁ ZAMORA Y TORRES.
El Ministro de Instrucción pública
y Bellas Artes.
MARCELINO DOMINGO Y SANJUÁN

       La declaración del gobierno de la república  tuvo precedentes que no ofrecen siempre una descripción del estado de la iglesia de Moroso, pero que debemos tener en cuenta porque contribuyeron a dicha declaración y esta fue esencial para que el monumento no cayera en el olvido y desapareciera.

    La inclusión de San Román de Moroso entre los Monumentos Nacionales se debe sin duda a las menciones de Vicente Lampérez y Romea (Historia de la arquitectura cristiana española de la Edad Media, según el estudio de los elementos y los monumentos, Madrid, t. I, 1908), la descripción de  Leopoldo Torres Campos y Balbás -vinculado familiarmente con Augusto G. Linares- asumida por M. Gómez Moreno (Iglesias Mozárabes), la Institución Libre de Enseñanza, el Centro de Estudios Históricos, la Sociedad Española de Excursiones, y probablemente el propio Daniel Luis Ortiz Díaz.

     Tras la guerra civil se mantuvo el interés por la iglesia en gran parte debido a los antes citados y a otros relacionados con ellos que se fueron sumando a su interés por ella. En la REVISTA NACIONAL ·DE ARQUITECTURA de la Dirección General de Arquitectura, año I Nº 3, Madrid, 1941, dependiente del Ministerio de la Gobernación, en el Plan de Obras para el año 1941, del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, firmado por el Comisario general de Bellas Artes. Francisco de Asís Íñiguez Almech (p. 4) de las 90.000 pesetas destinadas a la provincia, se destinan 10.000 a Moroso, 30.000 a la catedral y 50.000 a la colegiata de Santillana. No sabemos que destino tenía esa cantidad, habida cuenta del estado de la iglesia, ni siquiera si se dedicó realmente a ella porque nadie tiene noticias de que por esas fechas se hiciera algo en Moroso.  Es probable que la asignación tuviese algo que ver con el comentario de Fernández Montes en la Junta del Centro de Estudios Montañeses (CEM) de 28 de octubre de 1944 

"El Sr. Fernández Montes manifiesta que tiene conocimiento del proyecto de levantar la iglesia de San Román de Moroso, proyecto que ya el Arquitecto Sr. Bringas [¿Gonzalo Bringas Vega (1880-1943) arquitecto con Javier González Riancho del palacio de la Magdalena, los pabellones de Valdecilla...? ] había remitido a Madrid hace algunos años."

   Poco después es otro arquitecto de la Diputación, el extremeño Ángel Hernández Morales, a través de su proyecto de estudiar las iglesias románicas de la provincia, el que acaba ocupándose de la iglesia, aunque no es hasta los años sesenta cuando se publica su estudio. 
    En los años sesenta en el CEM siguen interesándose por Moroso; en 1960 Luis Redonet pregunta al amigo y secretario de la Institución,  Tomás Maza Solano: 

"Le agradeceré a usted mucho que me diga en cuanto pueda lo que haya sobre el arco, desaparecido según creo, de la ermita del Moroso."

Contesta Maza Solano el 22 de noviembre de 1960: 

"He hablado estos días con el arquitecto de la Diputación, don Ángel Henández Morales, sobre el tema de la ermita de San Román de Moroso, al que alude usted en su carta última. El trabajo que él presentó en la sesión de la Comisión de Monumentos presidida por usted este verano, me dice que se lo entregó en mano, hace unos diez días, al señor Torres Balbás [Conservador de la Alhambra, uno de los más importantes expertos en restauración de su tiempo e hijo del autor de la descripción incorporada por Gómez Moreno en su obra, Leopoldo Torres Campos y Balbás] en su despacho del Instituto de Valencia de Don Juan, calle de Fortuny; pero que él conserva los originales del estudio que ha hecho sobre San Román de Moroso, habiéndosele remitido al señor Torres Balbás porque deseaba publicarlo en la revista del Consejo Superior Archivo Español de Arte, previa lectura que Hernández Morales tenía interés que hiciese don Leopoldo con el fin de que diera su autorizada opinión sobre el referido estudio y añadiera en él lo que le pareciere oportuno.

Hoy me dice Hernández Morales que ha muerto el señor Torres Balbás y que no sabe qué camino llevará, con ese motivo, ese estudio sobre San Román de Moroso, por lo cual convendría averiguar quién ha de ser el que se encargue de recoger esa documentación que acaso esté sobre la mesa de trabajo del ilustre arquitecto que acaba de fallecer (118). [118. Había muerto la víspera, 21 de Noviembre.] Como en ese estudio de Hernández Morales se habla del arco -interior y exterior- y se dan fotografías del estado en que se hallaba a finales del siglo pasado, le indico esto en contestación a lo que usted me dice en la carta aludida."



ÁNGEL HERNÁNDEZ MORALES, Iglesia de Helguera (Molledo, Santander), Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo CXLVIII, cuaderno II, pp. 255-262, Imprenta y editorial Maestre, Madrid, 1961.

    En 1961, publica Ángel Hernández Morales, arquitecto de la Diputación Provincial de Santander el opúsculo aquí mencionado. Como indica el título, el objeto de estudio, en principio, es la iglesia de Helguera de Molledo en el Valle de Iguña, pero en realidad es una comparación de dos edificios prácticamente gemelos que pocas veces se relacionan y el de Helguera prácticamente no se menciona. Creemos que la comparación de las dos iglesias merece la pena de modo que será objeto del siguiente capítulo.


MERCEDES RODRÍGUEZ de la  FUENTE, Historia y leyenda de San Román de Moroso, Instituto de Etnografía y Folklore "HOYOS SÁINZ", Vol. I, p. 131-146, Santander, 1969. 

    En nuestro peregrinar por el incomparable valle de Iguña, plagado de blasones que son un recuerdo de hombres preclaros de la Montaña, llegamos hasta el pueblecito de Bostronizo, donde todo, hasta el suelo en que se asienta, es piedra, piedra cayuela, donde un bello sarcófago medieval sirve hoy de abrevadero para el ganado, donde a la entrada de un establo yace sin pena ni gloria una hermosa pila bautismal. Tristes hechos que desgraciadamente sorprenden al visitante con demasiada frecuencia.

     El motivo que nos trae hasta aquí es visitar el viejo monasterio de San Román de Moroso.

Moroso, fachada norte

[...]

    Este edificio de estilo mozárabe, consta de una sola nave con puerta al Norte y capilla casi cuadrada en el testero. La nave mide 6,30 x 3,20 m., conservando arranques de una bóveda de cañón semicilíndrico, hundida posiblemente por la espadaña erigida durante el período románico.

    Exceptuando algunas grandes piedras en la Base del edificio, su aparejo es menudo, con sillares cuyo grosor no excede los 30 cms. El material es piedra arenisca, semejante a la de Santa María de Lebeña y está labrada a punta de cincel. El cañón de la bóveda era de sillarejos, arrancando, pero sólo en su costado derecho, sobre imposta de bisel. En este mismo lado hay una credencia o nichito, -en la parte superior una ventana y otra igual en el testero con derrame hacia el interior y enmarcadas por una losa en forma de arco de herradura, que se angosta por abajo y al exterior diseña una especie de cruz. Hay igualmente otras dos ventanas en la cara Sur de la nave y una más sobre el arco toral. 

Hueco del arco toral y capilla

Este arco, como el de la entrada, es de herradura con impostas idénticas.

    Quizás lo más importante de los miembros de este edificio sean los modillones o canecillos que sostuvieron en 

su día, las alas del tejado en 

ambas vertientes Norte y Sur. 

Son del tipo leonés y están 

formados por cuatro o cinco 

baquetones casi iguales

 

Fachada norte de la nave

entre sí, decorados con las ruedas y flores de costumbre. Los que todavía quedan pegados a los muros, desprovistos del tejado que sostenían, producen al visitante una sensación de equilibrio y armonía difícilmente olvidable y los muchos que descansan en el suelo ofrecen la contemplación más próxima de sus bellos dibujos labrados, enmarcados hoy por el musgo que los cubre.

Restos de la espadaña

       En su frontal queda el hueco que en su día ocuparía la campana, tañido que sonaría a paz y a edén en medio del silencio de esta hondonada del bosque.

    A la entrada del edificio yacen grandes sarcófagos, algunos bellamente labrados, y en los alrededores se encuentran gran cantidad de piedras talladas con primor y cubiertas, en su mayoría, por la espesa yerba que crece en estos feraces lugares.

    En su interior, algún pastor ha construido una especie de corralada en la que, posiblemente, se guarecerá el ganado de las inclemencias del tiempo o durante las horas de la noche.

   El aspecto actual de este edificio es desolador, lo que el hombre no ha hecho, la naturaleza despiadada ha desgarrado con sus borrascas y vendavales, demoliendo casi por completo la obra.

    Ha habido intentos de reconstrucción o al menos de evitar que la ruina continuara. En el año 1940 hubo una subvención estatal de 14.000 pesetas, e igualmente en el 1962 se trabajó durante poco tiempo en su restauración. Hoy día no hay ninguna muestra que denuncie su cuidado.

     Es difícil abandonar estos lugares sin que una profunda tristeza nos embargue. Tristeza que nos contagian las viejas piedras, los sarcófagos vacíos, la espadaña hueca. La ruina total de este monasterio que hace años, siglos, albergó en su increíble ámbito a una reina castellana.

    Como puede verse la descripción es básicamente un remedo de la de Gómez Moreno con algunos errores, como atribuir el ancho de la capilla y la bóveda de cañón de aquella a la nave. La añoranza de la campana parece que impidió ver que la espadaña estaba a medias a pesar de la fotografía y también vio varios sarcófagos, pero, que sepamos, solo había uno. 

    Alguna de las fotografías, sin embargo, ofrecen más información: la del interior de la iglesia muestra que ha desaparecido la jamba monolítica del arco toral en la parte de la epístola; en la parte del evangelio ya en la foto de Gómez Moreno faltaba esa jamba, en la foto de Rodríguez de la Fuente, falta el cimacio; en la foto también se aprecia que se ha levantado parte de la esquina sureste de la capilla, quizá parte del intento de restauración de 1962.

    La datación de los frustrados intentos de reconstrucción también son una novedad: ya mencionamos el de 1941 por un importe de 10.000 pesetas, según la revista Arquitectura, y la autora menciona otro en 1962 (quizá al que se refieren, Vanesa García Alcocer y otros como las planimetrías realizadas en 1961 por el arquitecto conservador Cervera Vera); nosotros no hemos encontrado más datos  que el recuerdo, esta vez sí,  de la gente de Bostronizo. En este intento de reconstrucción, un grupo de canteros de Bostronizo rehízo alguno de los modillones y parece que entraba en la intención rehacer el tejado al que, se decía en el pueblo, se había destinado un millón de pesetas; comentaban las malas lenguas que había contratado la reposición un albañil del Valle que había acudido a la obra con un pellejo de vino y, cuando este agotó su caudal, el albañil  desapareció dejando la iglesia sin tejado.

    De cualquier modo, no sé si por poner algo de orden en el asunto o por desordenarlo más, recogemos a continuación los datos sobre la restauración recogidos en el archivo digital del Instituto del Patrimonio Cultural de España

  • 1 a 30 de mayo de 1940: obras de emergencia en la iglesia de San Román de Moroso en Bostronizo por el Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional.
  • De 1 de enero a 30 de septiembre de 1972: obras de emergencia en la cubierta de la iglesia de San Román de Moroso en Bostronizo por la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional a cargo del arquitecto Luis Cervera Vera.
  • 1 de enero de 1978 a 31 de diciembre de 1981: Proyecto de restauración de la ermita Mozárabe de San Román de Moroso de Arenas de Iguña (Cantabria) por la Comisaría Nacional del Patrimonio Artístico a cargo de la arquitecta Ana Iglesias González.


MARÍA PAZ DÍAZ DE ENTRESOTOS, "La ermita de San Román de Moroso" en La iglesia de Santa María de Lebeña, XL aniversario del CEM, vol. 2. tomos II-III, Santander 1976, pp. 220-222


     Al margen de la tradición y leyendas, San Román nos interesa aquí como obra arquitectónica de valor, a pesar del estado ruinoso en que desde tiempos atrás se encuentra, debido a los fenómenos naturales y al más absoluto de los abandonos. Todavía hoy podría remediarse esta incuria con una restauración que no resultaría demasiado costosa puesto que todo el material aparece caído en torno a la ruina.

    La ermita está constituída por una nave rectagular (6,30 x 4,42 m. interior) y ábside de proporciones casi cuadradas (3,40 x 3,04 m.); muestra una gran regularidad en sus proporciones. Desde una observación inicial cabe afirmar que se trata de una construcción noble y de cierta calidad. Las dos partes de la obra quedan perfectamente delimitadas por el arco toral, apareciendo la cabecera retranqueada en relación a la nave.          

    La construcción es en piedra, formada por sillares perfectamente escuadrados en las esquinas hiladas de sillarejos en el resto de la fábrica, asentados a hueso o sobre una ligerísima masa, ,

Ventana de la cabecera desde el interior
los muros, de 60 a 70 cm. de grosor, están formados por dos paramentos con cámara intermedia, rellena ésta de mampostería, y otros sillares a tizón que traban la obra, de forma que el grueso de los sillares oscila entre 22 y 25 cm. siendo sus alturas muy diversas.

    Orientada la cabecera al este, la puerta de ingreso se localiza en el muro norte.

    El ábside 

Hueco del arco toral y ábside
se cubría con bóveda de cañón arrancando sobre imposta, aún apreciable en los muy escasos restos que quedan de este arranque a una altura de 3,42 m. Según las noticias de Lampérez, este ábside tenía planta de herradura, dato que es fácil poner en duda no porque resulte elemento extraño en este tipo de construcciones, sino por lo difícil que resulta imaginarlo a la vista de la obra.

    Tiene en la cabecera una ventana de 60 x 80 cm. cerrada con losa, sobre la que se dibuja un arquillo de herradura, a manera de saetera, que se estrecha hacia abajo, rodeándose en el exterior por una cruz.

Lam 43

    En el mismo ábside y en el lado sur, figura una ventana de 62 x 68 y otra sobre el arco toral.
    En el cuerpo de nave se abren hacia el sur dos ventanas rectangulares, estrechísimas, en las que el hueco de luz lo forman dos sillares que atraviesan oblicuamente el muro, resultando con mayor ensanchamiento en el interior.
    Noticias de un gran caminante, Amós de Escalante, que vio la ermita cuando no había llegado a este estado de ruina alarmante, nos hablan del acceso «con arco de herradura puesto sobre dos columnas de fustes cortos y capiteles de labor estalactita de bovedillas, con imposta de losetas en resalto del capitel al arco».

    Parte del arco de ingreso 

Parte del arco de ingreso

       y los cimacios


Cimacios en la campa

 aparecen desperdigados en el campo que rodea a la iglesia, lo mismo que numerosas piezas, modillones, fragmentos de columna, sillares, etc. Los cimacios de este arco al igual que los del toral 

Cimacio

son troncos de pirámide invertida con siete estrías en sentido horizontal que les dan un perfil escalonado. De los capiteles, desgraciadamente no queda rastro. El arco toral se ha caído totalmente. Estudiado por Gómez-Moreno sabemos que era «de herradura con la proporción máxima observada en Mazote, Peñalba, etc., es decir, excediendo en tres quintos del radio su flecha al semicírculo; apenas puede considerarse trasdosado, por la desigualdad con que a tramos se recorta su dovelaje hacia lo alto, y el despiezo aseméjase al de ciertas obras bárbaras, especialmente de Cataluña y puerta de Escalada, pero llevando las divergencias hasta hacer creíble que se procedió sin regla alguna, y cerrado sin clave mediante una pieza que ni siquiera guarda simetría; no hay junta alguna en dirección radial yendo todas a puntos más altos excepto las dos primeras que son horizontales». El arco de ingreso tendría las mismas características.

     Ambos arcos apoyaban en columnas tangentes al muro. A juzgar por unos fragmentos que allí se encuentran, eran columnas de piedra arenisca, igual que toda la obra, irregularmente trabajadas, observándose en ellas dos diámetros (44 y 38), lo que hace pensar que el lado que iba adherido a las jambas era casi plano y sólo se había dado la forma cilíndrica a las partes visibles.

      La nave se cubriría con techumbre de madera, a dos aguas, que apoyaba sobre modillones voladizos en las vertientes norte y sur,

Fachada norte

nueve correspondiendo a la nave y cinco a la capillaLa pretendida identidad de éstos con los de Lebeña existe solamente en la mayoría de los dibujos que adornan sus costados, pero no en la disposición de los rollos. Mientras en aquélla el primer lóbulo alcanza gran desarrollo en relación a los demás, aquí todos guardan un diámetro igual (14 centímetros)colocados a la misma altura excepto el último que desciende dos centímetros; es por tanto bastante difícil encontrar aquí, como en Lebeña, una fuerte curvatura formada por su disposición. El número de lóbulos es de cuatro y cuatro y medio.

Las decoraciones de sus costados, perfectamente trabajadas, se mantienen dentro de las acostumbradas en este estilo, en torno a los números cuatro y seis:


rayos curvos, flores de tres, cuatro y seis hojas, dobles espirales que se encuentran en el centro, etc.

           Los rasgos más notables, como arcos de herradura y modillones de lóbulos, permiten catalogar esta obra en el estilo mozárabe. Aunque resulta difícil encontrar una relación con Lebeña, sí es posible percibir ciertas notas de semejanza con la iglesia de San Miguel de Celanova (hacia 940), reflejo más o menos directo de Santiago de Peñalba.

            La falta de documentación es un obstáculo insalvable para la datación exacta de la ermita de San Román de Moroso probablemente construida a mediado el siglo X.

La descripción de Diaz de Entresotos es una de las más detalladas del monumento; aporta unas dimensiones que no coinciden en todo pero se aproximan mucho a las de Gómez Moreno y Hernández Morales. 

nave (6,30 x 4,42 m. interior) frente a 6,30 x 4,50; 

ábside: (3,40 x 3,04 m.) frente a 3,36 x 3,20; grosor del paramento entre 60 y 70 cms, 

grueso de los sillares oscila entre 22 y 25 cm; 

imposta en el paramento derecho de la capilla a una altura de 3,42 m.; 

en la cabecera una ventana de 60 x 80 cm. y 

otra en el lado sur de la capilla de 62 x 68; Mención de las dos ventanas del sur de la  nave 

columnas dos diámetros (44 y 38); 

modillones lóbulo en número de 4 o cuatro y medio (14 centímetros) 

No hace ninguna mención al sarcófago pegado a la iglesia, ni al empeoramiento del interior de la iglesia ya apreciable en las fotos de Rodríguez de la Fuente y más evidente aún en las suyas, así como el intento de reparación del ángulo sureste de la capilla. 

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